San Pedro de Atacama. Viaje al Salar de Tara


Laguna en el Salar de Tara
Este es un recorrido de todo el día. Nosotros lo hicimos el año pasado, es uno de los viajes más duros pero más hermosos, se interna abruptamente en el Altiplano. Se viaja sobre los 4.000 msnm. por lo que no se recomienda ir el primer día. Hay que darle tiempo al cuerpo para que se acostumbre a la altura. Como siempre hay que llevar muy buena provisión de agua sin gas, y ropa abrigada. Es un viaje al encuentro con la soledad y el silencio.


Se parte temprano,  tomamos por la ruta CH 27 que lleva al paso internacional de Jama en el límite con Argentina. Pasamos a los pies del volcán Licancabur, desde su cumbre a 6.000 msnm, los antiguos sacerdotes Atacameños se comunicaban con sus divinidades, y le ofrecían ofrendas para calmar su ira, cuando aún era un volcán en actividad. 
Vegas del río Quepeico
El día comienza con un colorido despertar de un interminable paisaje. Paramos en las vegas originadas por del río Quepaico, donde el guía y el chofer preparan un buen desayuno, se recomienda comer algo liviano, hoy subiremos alto. El té caliente reconforta en aquel gélido paisaje, se agradece haber llevado buen abrigo, a esta hora la temperatura del Altiplano aún es muy baja, pero a las aves de este río parece no importar. Se observan aves de variadas especies sobre cristalinas y en parte congeladas aguas.  Seguimos avanzando en la ruta, en un punto a lo lejos incluso podemos ver territorio Boliviano. A unos 100 km de San Pedro, ya a 4.000 msnm., nos salimos de la carretera. Unos gigantes de piedra aparecen como vigilantes de la entrada del salar, en medio de una gran planicie de piedra y arena. Imposible no parar y admirar la obra que el tiempo y el viento han tallado en esas rocas. Son los Monjes de Pacana, los centinelas de Tara.

Monje de Pacana
El viaje continúa, esta vez no hay parada en baños solo está la naturaleza. Ahora vamos por camino de tierra, y todavía nos queda un largo tramo, atravesamos lo que parece fuera  un cráter de un gigantesco volcán de otra era. Ahora el camino se transforma en sólo una huella. Por momentos divisamos grupos de vicuñas a lo lejos, que se alimentan de la escasa vegetación que se observa, el territorio es inhóspito, sorprendente, la soledad sobrecoge. Sólo hemos visto un bus de turismo que iba de regreso, dejamos atrás las multitudes, solo el ruido del motor interrumpe el mágico silencio.

Catedrales de Tara
Llegamos a las Catedrales de Tara o Catedrales de Cenizas, ante nosotros grandes murallones de rocas gigantescas formadas las cenizas arrojadas por la erupción del Volcán Vilama hace miles de años. Nuevamente la vista nos sorprende, el viento nuevamente ha dibujado el paisaje con su estilo surrealista….. y finalmente estamos en el Salar de Tara, a 4.300 msnm. Con su laguna tranquila y silenciosa, su ribera de verdes pastos. Podemos divisar flamencos y otros tipos de aves que nadan en sus aguas. Tenemos tiempo para pasear y sacar fotos mientras el guía y el chofer preparan una acogedora mesa para el almuerzo, frescas ensaladas y carnes frías sabrosamente preparadas. Lo entretenido, y que no se da en otros recorridos, es el compartir esta mesa con el resto del grupo, se forma una entretenida conversación con todos los integrantes. Es el punto más lejano de San Pedro en el que hemos estado, con un paisaje increíble, solo nuestras voces cortaban el silencio. Mis niños entretenidos buscando vizcachas que se mimetizaban en la roca, pero que tranquilas nos observaban a corta distancia.
Salar de Tara

Vizcacha

Flamencos


Volcán Licancabur
El regreso fue algo más rápido, solo paramos a los pies del Licancabur para fotografiarlo con tranquilidad. En sus faldeos se pueden ver algunas llamas, seguramente escapada de algún rebaño, conocimos la rica-rica, conocida hierba medicinal de la zona. Un amistoso burro también nos salió al camino, y tan amistoso era que intento subir en nuestro minibús, los niños ofreciéndole pasto lo alejaron. Continuamos el regreso, la carretera atraviesa un bosque de tamarugos, único en la zona en él se observan manadas de burros, especie introducida alguna vez como animal de carga y que hoy hay gran número en forma salvaje.
Estamos llegando nuevamente a San Pedro, el sol con sus arreboles colorea el cielo, nosotros cansados, pero el regreso fue más animado, con risas e historias compartidas, es lo que produce el compartir de un sabroso almuerzo en el Salar de Tara.

Ya en San Pedro, es de noche, a comer y a descansar, los niños hoy  fotografiaron flamencos, patos, vicuñas, vizcachas, llamas y burros, comentan como si hoy hubiera sido un safari  fotográfico. Ha sido un día largo, intenso, hemos sumados muchos kilómetros a nuestro viaje, pero ha sido inolvidable.

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